Un día de escuela

Día 27 de esta horrible vida

Hoy llegué a mi escuela, y al sentarme en mi respectivo lugar, descubrí algo horripilante, algo que me hizo hacer lo que acabo de hacer. Había un papel de caramelo debajo de mi silla.
Inmediatamente comencé a buscar evidencias para descubrir quién podría haber sido la persona que había cometido tan atroz crimen.
Lo miré a Joco, el niño de intercambio de Sanguchadia, pero lo descarté inmediatamente ya que recordé que era intolerante a la dulzura. Es más, según dicen, un día su madre le dio un beso como muestra de afecto que es la causa de esa horrible cicatriz en su rodilla amarilla. (Sí, los sanguchinos tienen las piernas de todos los colores del arco-iris. Como los floggers).
Luego miré hacia el asiento de Escabio, el mejor amigo de mi infancia. Pero recordé que él se había ido de excursión al ano de Ur junto a mi infancia (Plagio "Hey, donde está mi auto?").
Así continué descartando a todos mis compañeros escolares. Hasta que quedó sólo uno, Macuca, mi gran amor secreto desde los 5 años. Ésto provocó un cortocircuito en mi sistema cerebral-meñical. Por lo que mi meñique, inconsientemente, destrozó en cuestión de segundos a Filemón, la mascota de la clase.
Retomando con lo que estaba diciendo. No podía creer que Macuca hubiera sido capaz de provocarme tanto daño emocional, luego de que la haya violado en el recreo. Pero igual no podía darla por descartada.
Estaba cansado de buscar pistas, así que fuí directo al grano.

- Macuca, ¿Cómo pudiste?.
- Eh?
- No me mientas. Yo sé que fuiste vos.
- De qué hablás pelotudo?
- Hablo de esto! (Le muestro el supositorio que estaba en mi bolsillo). Perdón, (Lo guardo rápidamente y saco el papel de caramelo).
Exhaltada - Nunca lo ví!
- Entonces quién fue?.
- No lo sé (Mirando hacia Joacústico, el preceptor).
- Fue él?
- No, no.. nosé boludo.
- Y por qué lo miraste?
- Qué te importa.
- Sos una conchuda! Ojalá que te viole Barney.
- Qué?
- Nada nada...

Me retiré y me refugié debajo de mi banco. Quería despejar mi mente. Pero no pude, mis impulsos me dominaban...

- Fue un accidente su señoría.
- Dígame, señor Gonzalo, cómo llegó al extremo de sacarse el cinturón y dispararle a todos sus compañeros hasta la muerte?
- Fue un accidente su señoría.
- Eso no es todo. Afortunadamente tenemos un testigo que sobrevivió.
- Fue un accidente su señoría.
- Cómo!? Fue un accidente que sobreviviera?. Cómo puede ser capaz de decir semejante barrabasada?.
- Fue un accidente su señoría.
- Más le vale. Ahora dígame, cómo fue que su gato se suicidó?
- Fue un accidente su señoría.

Pero antes de que el Juez Fernando Pavada pueda dictarle una sentencia el fiscal se dio cuenta que Gonzalo ya no se encontraba en la corte y había sido reemplazado por una máquina contestadora. Entonces, ofuscado, el Juez Pavada condenó a la máquina a lavarle el escroto hasta la muerte. Como la máquina nunca murió, el Juez Pavada llegó a los 90 años con un escroto bien limpio. Lo que lo impulsó a escribir su libro "Cómo llegar a los 90 años con un escroto bien limpio". Con el cual consiguió un millón de hojas de palmera al venderlo al estado de Googlelandia.

Ahora Gonzalo vive debajo de una pastilla de menta, pero nadie lo ha encontrado aún...